EL CRIMEN MACHISTA ¿Por qué los hombres matan a las mujeres?

Este medio se hizo eco de este interesante estudio publicado en el Periódico El País.com.

Son los primeros avances y resultados de un proyecto de investigación inédito en España: 500 personas revisan, uno a uno, cientos de “homicidios de pareja”. El objetivo, predecirlos.


Momento en que retiran el cuerpo de una mujer asesinada por su pareja en Barcelona en 2014. ALBERT GARCIA EL PAÍS

El apartado de homicidios titulado “violencia de género” suma una media de 60 muertes de mujeres al año en España. Desde el caso del tipo que un buen día le dio un golpe mortal a su mujer en la cabeza y después la descuartizó para deshacerse del cadáver; hasta el del buen padre con el divorcio atragantado que una noche, henchido de ira, entra en la casa de los suegros y se lia a cuchilladas con toda la familia; pasando por el caso del malote del pueblo, que coquetea con las drogas, de vez en cuando se le va la mano, entra y sale de prisión y acumula órdenes de alejamiento que incumple —incluso con el consentimiento de ella—, hasta que un día la mano se le va del todo y acaba matándola.

Frente a la idea generalizada —e impartida en universidades— de que la violencia de género implica una escalada (tensiones, agresiones verbales, físicas, falsa luna de miel y manipulación emocional...), existe un dato novedoso y desconcertante: en el 45% de los casos los hombres que asesinaron a sus parejas no tenía ningún antecedente violento conocido, entrarían dentro de un amplio grupo que podría calificarse como agresores "ocasionales" y, por tanto, impredecibles.

La etiqueta global de “violencia de género” incluye todos los “homicidios de pareja” y se ha demostrado útil para llevar esa macabra contabilidad, pero inútil para atajarla, porque el número apenas varía año a año: 60.

Un análisis pormenorizado de los casos puede arrojar algunas claves. Eso han pensado en la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior. Y se han puesto a revisar uno a uno. Tienen ya 42 casos cerrados y más de cien en estudio. Y pretenden llegar a los 200 a final de año. El objetivo es lograr prevenir los crímenes detectando y sumando indicadores de “riesgo homicida” en las comisarías y cuarteles donde se realizan las denuncias.
 

Según las primeros análisis del minucioso trabajo, habría un 20% de agresores que podrían considerarse "sociópatas", hombres con dificultades de integración social, con antecedentes penales o policiales; un 30% que serían inestables emocionalmente. Y un 5% podría clasificarse como psicópatas.

Aunque las revisiones de casos no terminarán hasta final de año y los resultados del estudio vendrán después, ya hay una primera conclusión: “No hay un patrón único, la violencia de género no se puede tratar como un fenómeno homogéneo, porque es heterogéneo y multicausal”, coinciden los expertos. “Decir que todo es machismo es quedarse en la superficie, hay que averiguar qué detona esa agresividad mortal”, señalan los coordinadores del proyecto, el comandante de la Guardia Civil y doctor en psicología José Luis González y el policía y doctor en psicología Juan José López-Ossorio, de la Unidad Central de Familia y Mujer (UFAM), ambos con media vida analizando la violencia en la pareja.

Las variables psicosociales más comunes a todos los casos analizados servirán de indicadores para mejorar la llamada “Escala del Riesgo Homicida".

 ¿Por qué los hombres matan a las mujeres?
”. En el caso de ellos, factores como una “socialización en cultura sexista, aumento de discusiones, proceso de separación con o sin hijos, infidelidades (más si el despechado es él), escasa tolerancia a la frustración, sensación de abandono o de pérdida, estrés, rumiación de pensamiento...”. Y en el caso de ellas: “Maltrato previo, baja autoestima, ser dependiente (emocional o económicamente), falta de apoyo social/familiar, situación de inmigración, adicciones...”

Lo que sigue son tres ejemplos resumidos de esta macroinvestigación. Los datos más reveladores se obtienen con entrevistas al entorno de la pareja: familiares, amigos, exparejas, compañeros de trabajo, médicos, asistentes sociales... EL PAÍS tuvo acceso a muchas de ellas, irreproducibles literalmente por una cláusula de confidencialidad.

Caso 1. Una 'carnicería’ sin violencia previa.

Se habían conocido hacia poco y se habían ido a vivir juntos al quedarse ella embarazada. Peruana con tres hijos de una pareja anterior y sin permiso de residencia en España, ella. Había llegado al pueblo desde una casa de acogida tras haber sido ya víctima de violencia de género. Él regentaba una carnicería y tenía una buena situación económica. Parecía que todo iba bien, hasta que una buena mañana, en el trasiego de una discusión, él la golpea y la mata.

Metió el cuerpo en su coche y lo arrojó a una buitrera. Luego se lo pensó mejor y lo despiezó como a una vaca y lo enterró. En los siguientes días mintió a los hijos y a los amigos y dio versiones contradictorias: “Está en el hospital”; “Está de viaje”… Incluso se mandó a sí mismo mensajes desde el móvil de ella y también a su madre: “Mamá, estoy en las Islas Griegas”. Pero ésta, extrañada, denunció la desaparición de su hija.

Él “de bueno era tonto, le debía dinero todo el pueblo”, dicen. “Estaba muy enamorado, se enfrentó a su padre por ella”. “Hasta se hizo amigo de la expareja de ella”. “Y llevaba a sus niños al colegio”. Él “estaba en una peña, nunca se metió con nadie”... Palabras de familiares y conocidos.

Así que él, sin antecedentes violentos, no confesó el crimen hasta 25 días después. Su versión, ya en prisión, es que aquella mañana habían discutido porque ella —que solo ingresaba la pensión que le pasaba su ex por los tres niños— quería que se fueran de viaje. Él quería quedarse para las fiestas del pueblo y servir la carne. Entonces ella le “amenazó” con denunciarle por violencia...

Algunas conclusiones del informe elaborado por la psicóloga Maria Luisa Alcázar, experta en Análisis de Conducta en la unidad técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil, señalan en lo que se refiere a él: “Violencia situacional, falta de habilidades para gestionar conflictos (siempre huía), incapacidad para decir “no”, elevada necesidad de aceptación social (contradicción con valores socialmente aceptados), sensación de acorralamiento, dificultad para la expresión emocional...”. Y en el caso de ella: “Falta de apoyos familiares, hijos a su cargo, embarazo, dependencia económica, adicciones, antecedentes de violencia, situación de inmigración...”

Caso 2. Ella y sus hijos sobreviven.

“Lo raro es que era papá”. “Lo raro es que era papá”, dice el niño de ocho años al día siguiente de los hechos. “Cuando llegué al cuarto vi que estaba pegando a mamá con un cuchillo y que su novio estaba tumbado en el suelo con sangre en la tripa y yo le dije a mi padre: “¿Pero qué haces, tú eres tonto? Y se fue”.

“Fue mi primer novio”, cuenta ella, que sobrevivió a sus puñaladas. “No tenía amigos, era controlador y celoso”, dice. “Empezó a humillarme, a vigilarme y a aislarme”, continúa. “Una vez me sacó de la cama de los pelos, me fui un par de días a casa de mis padres y regresé porque me convenció, hasta que pedí el divorcio”, asegura. “Esa noche se enteró de que yo iba a obtener un cargo político”, subraya. Y concluye: “No denuncié porque creí que sería contraproducente, no le vi venir”.

Las conversaciones con personas de su entorno revelan que las discusiones comenzaron cuando él le pilló un mensaje de un tercero. Ella pidió el divorcio y comenzó una nueva relación “con el de los mensajes” a la par que despegaba su carrera política. Él aceptó la situación de muy mala gana, crisis de ansiedad incluidas y amenazas de suicidio mediante. Él se quedó en la aldea, en el domicilio familiar, con las monsergas de su madre. Ella se quedó el coche que tanto le costó comprarse. Él le pasaba la pensión a los hijos, los recogía y devolvía los fines de semana, y se quejaba de que siempre iban igual vestidos. No tenía ningún rasgo de violencia previo.

El informe de la capitán y doctora en Psicología Maria José Garrido, señala como posibles factores de riesgo “la importancia de la personalidad: de corte introvertido, el neuroticismo (rumiaciones, tendencia a la preocupación), aislamiento...”, apunta. “Una persona que no ventila sus problemas acaba convirtiéndose en una bomba de relojería”. Mató al novio de su exmujer, y al padre y al hermano de ella al tratar de detenerle.

PATRICIA ORTEGA DOLZ
Madrid 9 JUL 2017 

Artículo completo El País.com

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