Ilustración: El Espíritu de Jezabel, Atalía y Herodías en la Iglesia Local

 


Imagina una iglesia local llena de vida, donde los niños corren y juegan, los adolescentes cantan con entusiasmo y los ministerios de jóvenes y niños son el corazón palpitante de la congregación. Sin embargo, entre la congregación, hay un espíritu oscuro que afecta el ministerio de la niñez y adolescencia, un espíritu que se oculta, pero que es muy peligroso: el espíritu de Jezabel, Atalía y Herodías.


1. El Espíritu de Jezabel:


Jezabel es una figura de control y manipulación, un espíritu que envenena el ambiente de la iglesia, buscando que el ministerio infantil y de jóvenes se haga a su manera. En lugar de fomentar un ambiente de amor y adoración para los niños y adolescentes, este espíritu busca desviar el enfoque hacia el poder, la apariencia y las obras humanas. Jezabel cuestionaría la importancia de invertir en los niños, porque prefiere una iglesia que siga sus propios intereses personales y no la voluntad de Dios.


Efecto en la iglesia: No se le da importancia al ministerio de la niñez. Se desvaloriza el discipulado infantil y juvenil, los líderes evangélicos no se sienten comprometidos con la enseñanza bíblica a los más jóvenes, y los programas que deberían nutrir a los niños en su fe se desmoronan por falta de apoyo o, peor aún, se manipulan para fines egoístas.


2. El Espíritu de Atalía:


Atalía representa la destrucción del linaje, la opresión, el control absoluto. En un contexto eclesiástico, este espíritu busca impedir que los niños y adolescentes crezcan en la fe, su principal objetivo es destruir cualquier intento de avance o crecimiento espiritual en los más jóvenes. Atalía hará todo lo posible para eliminar cualquier ministerio que desafíe su autoridad o que sea una amenaza a su dominio. Al igual que ella intentó asesinar a la familia real, este espíritu busca eliminar los esfuerzos genuinos por formar a la siguiente generación en el camino del Señor.


Efecto en la iglesia: Las actividades que ayuden a los niños a conocer y crecer en la fe se ven truncadas. Los líderes de jóvenes y niños son ignorados, y los programas de discipulado y adoración juvenil son saboteados. Atalía susurra que no vale la pena invertir en los niños, que los jóvenes son irrelevantes y que mejor se dediquen a actividades que llenen las sillas de la iglesia sin importar el impacto genuino en la vida de los jóvenes.


3. El Espíritu de Herodías:


Herodías es la mujer que manipuló a su hija para hacer algo cruel, una madre que, en su búsqueda de venganza, destruyó vidas. Este espíritu trabaja sembrando divisiones y emociones negativas en los corazones de los niños y adolescentes. En lugar de permitirles crecer en su relación con Dios, les ofrece distracciones que los apartan de su propósito divino. Herodías busca el poder y el control a través de la manipulación emocional, y este espíritu puede manifestarse en la iglesia local a través de un liderazgo que no tiene en cuenta las necesidades emocionales y espirituales de los jóvenes, pero que busca impresionar o manipular para obtener beneficios personales.


Efecto en la iglesia: La adoración juvenil y los ministerios dirigidos a los jóvenes se convierten en espacios de manipulación y control. Se prioriza la apariencia sobre el corazón, buscando agradar a los líderes o a la congregación, en lugar de fomentar un ambiente genuino donde los niños y adolescentes puedan encontrar a Dios en libertad. Las actividades que deberían ayudar a los jóvenes a acercarse más a Dios se transforman en espectáculos vacíos de espiritualidad.


¿Cómo destetar estos espíritus demoníacos?


1. Exponer la falsedad y la manipulación: La iglesia debe reconocer estos espíritus de control y manipulación. Jezabel, Atalía y Herodías son como virus espirituales que afectan la salud de la congregación, y para destetarlos, debemos exponer sus engaños. La verdad de la palabra de Dios debe ser proclamada sin miedo y sin compromisos.


2. Restaurar el ministerio infantil y juvenil: Debemos darle la importancia que tiene a los ministerios de niños y adolescentes. Fomentar espacios para el discipulado genuino, donde los niños puedan aprender la palabra de Dios en un ambiente seguro y amoroso. Invertir en líderes capacitados y en actividades que guíen a los niños hacia una relación personal con Dios.


3. Promover una adoración auténtica: La adoración debe ser genuina y no una actividad superficial que busca agradar a los demás. Los adolescentes deben ser alentados a encontrar en la adoración un medio para conectarse con Dios y no un escenario para mostrar talentos. Debemos enseñarles a adorar en espíritu y en verdad.


4. Orar por sanidad y protección: Debemos orar constantemente por el espíritu de protección para los niños y adolescentes, pidiendo que el Señor nos dé sabiduría para guiarlos correctamente y para eliminar toda influencia negativa que intente oponerse a su crecimiento espiritual.


5. Transformar la mentalidad de los líderes: Los pastores y líderes de la iglesia deben ser modelos para los niños y adolescentes. Si el liderazgo es serio y está comprometido con la causa del ministerio juvenil, entonces los frutos serán evidentes en toda la iglesia.


Conclusión: Destetar estos espíritus demoníacos en la iglesia local requiere de una acción decidida, de parte de todos los miembros, para restaurar el propósito de Dios en los niños y adolescentes. La verdadera influencia espiritual comienza cuando entendemos que nuestros jóvenes son la generación del mañana, y su discipulado y relación con Dios son vitales para el futuro de la iglesia. Pastor Jesús Ramírez

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