Ciudad de México aprueba su primera constitución y estrena nuevos poderes

https://www.notiredsanjuan.com/2017/02/ciudad-de-mexico-aprueba-su-primera.html

CIUDAD DE MÉXICO – El Distrito
Federal ya no existe. Con la promulgación de su primera constitución este
domingo 5 de febrero, en el 100 aniversario de la carta magna mexicana, la
capital se convierte oficialmente en Ciudad de México y en la entidad federativa 32
del país, con una nueva estructura política y derechos fundacionales como el
matrimonio igualitario o el uso de la marihuana para fines médicos.
Ese cambio, además, se da con un documento que buscó encapsular “las aspiraciones de la
ciudadanía” como nunca antes, dijo Katia D’Artigues, integrante de la asamblea
constituyente que culminó el 31 de enero con la firma del documento.
Desde que inició el
proceso para redactar el proyecto de Constitución Política de Ciudad de México,
que comenzó a ser discutido por la asamblea el 15 de septiembre de 2016,
los mexicanos fueron invitados a participar y hacer propuestas. Hubo un sondeo
oficial sobre los temas más relevantes que debían discutirse, y las autoridades
incluso entablaron una alianza con change.org: los ciudadanos podían
presentar peticiones a través de esta plataforma, y los redactores del proyecto
y hasta el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, se comprometían a responder
personalmente a las propuestas que más firmas tuvieran.
“Se generó una dinámica de
empoderamiento ciudadano”, dijo Aurélien Guilabert, asesor externo para la
asamblea constituyente y fundador de Espacio Progresista, una de las
organizaciones de la sociedad civil que impulsó la inclusión de diversas voces
mexicanas.
A comienzos de 2016, se
formaron colectivos universitarios para impulsar diferentes temáticas para la
discusión en la asamblea, como el acceso a derechos digitales —la constitución
promete internet gratuito en todos los espacios públicos de Ciudad de
México— o la inclusión del libre desarrollo de la personalidad
(incorporado en el artículo 11, que prevé el derecho a
la autodeterminación en cuestiones como identidad de género o derechos sexuales). Para
la redacción de la constitución llegaron casi mil propuestas
ciudadanas.
“Podría antojarse como que iba
a haber poca participación si lo abríamos al público. Finalmente fue lo
contrario; me pareció abrumador en un sentido positivo”, dijo el diputado
Carlos Gelista, secretario de la comisión de la carta de derechos. “Hubo quien
hizo trabajos completos de su propia constitución”.
E incluso cuando
había ciertos límites para la participación ciudadana, como no poder
“entrar físicamente a la asamblea”, reconoció Guilabert, los interesados
hallaron la forma de hacerse oír: “A través de WhatsApp”, dijo, se
mandaban mensajes a los diputados constituyentes y sus asesores para cabildear.
Es un cambio radical
para una ciudad que, hasta hace una década, no podía elegir quién la
gobernaba: hasta 1997, el presidente mexicano designaba a un regente, que era
considerado parte del gabinete federal. La figura se convirtió en un jefe de
gobierno electo a partir de una reforma. Y ahora, cuando la constitución entre
en vigor en septiembre de 2018, habrá un gobernador. Los 16 distritos, llamados
delegaciones, pasarán a ser un número todavía indeterminado de “demarcaciones”
con alcaldías y cabildos propios, y la asamblea legislativa ahora será un
congreso.
Las nuevas autoridades serán
elegidas a mediados del próximo año. Para entonces, la constitución deberá
haber atendido “muchos retos”, dijo D’Artigues. Varios artículos votados por
los constituyentes en jornadas interminables —una de las últimas sesiones de
votación duró 137 horas, la más larga en la historia de México— podrían
enfrentar apelaciones por parte de las autoridades federales si se
consideran incompatibles con el resto del país. Esta constitución, por
ejemplo, incluye un sistema de revocación de mandato, algo inédito en México,
lo que podría hacer que algunos políticos intenten derogar algunos artículos,
señala Juan Manuel Mecinas, profesor e investigador en derecho constitucional
del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
Mecinas cree que, con la
creación de un congreso propio para Ciudad de México, también podría “aumentar
la burocracia”. Un lastre poco deseable en una ciudad donde un grupo
de activistas acaba de inaugurar un “Corruptour“: un bus que recorre
—entre otros lugares— una estación de la línea 12 del metro, cuya construcción
estuvo rodeada de denuncias de licitaciones presuntamente amañadas.
Hay otras medidas que han
despertado polémica por parte de constitucionalistas, entre ellas el hecho
de que nuevos órganos, como un instituto de planeación, tendrían
obligatoriamente que consultar a consejos ciudadanos para la toma de
decisiones. Para el constitucionalista mexicano Eduardo Castellanos, esos
consejos “constituyen una abdicación de las responsabilidades de los
representantes populares al colocar sus facultades esenciales en manos de
ciudadanos sin una responsabilidad política, mucho menos legal”.
Castellanos cree que esos mecanismos de participación ciudadana “van
a generar ingobernabilidad”.
Buenos Aires ya pasó por un
proceso similar y continúa teniendo algunos problemas por ser, como Ciudad de
México, sede de autoridades tanto locales como federales. “Esa doble
condición es difícil de resolver y ha traído conflictos interjurisdiccionales”
porque “conviven dos jefes”, señaló Pablo Riberi, constitucionalista de la
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
Pese a las críticas, los
impulsores del proyecto mexicano esperan que pueda servir como ejemplo a
seguir. Está previsto que derechos como el acceso al agua potable sean
exigibles, lo que significa que los habitantes de la ciudad podrán acudir ante
instancias judiciales para demandar acciones específicas de las autoridades.
Eso es algo que “puede replicarse, si sale bien, y ser una fuente de cambio de
la relación entre ciudadanos y autoridades”, dijo el diputado Carlos Gelista.
Hay expectativa incluso de que
la constitución de Ciudad de México sirva como parangón en otras partes del
mundo. “Espero que la constitución sea un faro para muchas otras ciudades,
sobre todo el tema del derecho a la ciudad”, dijo Guilabert. Para Juan Camilo
Herrera, profesor de derecho constitucional de la Universidad Pompeu
Fabra, podría serlo en aquellos lugares que se convirtieron en
ciudades-Estado: “La inserción de una carta política propia es necesaria para
las urbes de este siglo”.
Aunque queda por verse cómo se
aplica el texto mexicano. “No es magia, ‘abracadabra’ y cambias el mundo”,
reconoció D’Artigues, “pero ya hay constitución”.
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