Año escolar se torna utópico en zonas de extrema pobreza

 El lodazal, consecuencia de las fuertes lluvias de tres días, dificultaban el paso para penetrar hacia el interior del barrio La Chorrera, donde lo que más hay en las casuchas construidas de palos, tablas o zinc de tanques viejos es el olor fétido del vertedero de Duquesa, pues casi no hay señal de teléfono móvil y la poca recepción es muy inestable, igual que la de televisión.



Así vive Nargeli, de 15 años, a quien el matrimonio no le impidió seguir sus estudios, pero la modalidad a distancia se la ha puesto difícil. Con angustia, la joven explicó que la docencia de segundo de secundaria, grado que cursa, será transmitida por canales que en su televisor no se ven.

Con ahínco, Nargeli volvió a intentar programar la TV, pero no lo consiguió. En su hogar hay otros dos niños que están en primero y cuarto de primaria y la abuela tiene muchas interrogantes sobre el año escolar que empezó el lunes, pues aunque el siglo XIX es el de la tecnología; en su casa no hay radio, la TV no funciona bien y los celulares no tienen señal ni conexión a internet.

Además, justo ayer era que en la escuela entregaban cuadernillos.
También Milúa, del nivel quinto de básica, vive los embates de la desigualdad. La niña de diez años contó que en su casa no hay televisor, ni radio.

“Mi mamá dijo que yo voy a pasar un año sin estudiar porque no hay nada en mi casa para yo hacer las clases. Hay celular pero no llega señal aquí, no hay internet y no hay ma ná”, expresó con ansias de seguir cargando agua para su casa.

Mientras botaba la basura, Pedro Ramírez, de doce años, indicó que ve las clases, pero, cabizbajo, expresó que no tiene mascotas ni lápices.

Tampoco tiene internet. En tanto, Yunior Mora no había puesto la programación escolar. Dijo que desconocía el canal que le corresponde ver. Él tiene 14 años y cuida de su hermano pequeño porque sus padres trabajan.

También trabajan todo el día los padres de Francis, quien tiene 12 años y está en quinto grado, éste salió a jugar con su bicicleta, aunque manifestó que su madre le dijo que viera las clases. De su lado, Gabriela Pérez sí está siguiendo la docencia a distancia, pero la combina con los quehaceres del hogar, pues interrumpe las clases para hacer los mandados y oficios de la casa.

En el sector El Casabe de Santo Domingo Norte muchos niños manifestaron que empezarán a ver la transmisión de clases la próxima semana. Al igual que en la modalidad presencial eligieron saltarse la semana de ambientación.

“Nosotros siempre nos levantamos temprano a ver muñequitos”, manifestó Luis David Martínez, que vive en la entrada del barrio y por eso tiene señal de internet. Expresó que puso la programación de clases un momento, mas la quitó para ver muñequitos junto a su hermanito de 4 años, al que cuida mientras sus padres laboran todo el día.


https://hoy.com.do/ano-escolar-se-torna-utopico-en-zonas-de-extrema-pobreza/

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